Nuestra primera expedición completa (profes y alumnos) se ha desarrollado con todo el éxito que esperábamos. Se ha aprendido, comido, gozado y vivido una experiencia que quedará tatuada en cada uno de los participantes. Os dejo con Pilar, ella nos cuenta en detalle:
Nuestra aventura comenzó el domingo 10 de marzo. Abandonamos Plasencia antes del amanecer cargados de ilusiones y de otras muchas cosas que llevábamos en nuestros pesados equipajes (como el botijo que nos decoró Antonio Gómez con el Logo del Proyecto Comenius).
Tuvimos que coger dos vuelos haciendo transbordo en Múnich. Llegamos a Budapest en torno a las 19.00h y Filo, la coordinadora del Proyecto Comenius húngara, y por tanto, una de nuestras anfitrionas, nos estaba esperando con los brazos abiertos. Pero ahí no terminó el viaje, tuvimos que coger un autobús que nos llevó a Balatonlelle, nuestro destino definitivo. En el autobús conocimos al equipo francés, pero todos estábamos bastante cansados y apenas nos comunicamos, con la excepción de Alicia, nuestra estupenda coordinadora que domina el francés y que convirtió este primer contacto en algo cercano y cálido.
La verdad es que cuando llegamos a Balatonlelle nos quedamos un tanto decepcionados quizá porque los españoles somos más expresivos que los húngaros y el recibimiento nos pareció un tanto frío. No obstante, todo cambiaría al día siguiente, después del merecido descanso. Los húngaros son muy cordiales y hospitalarios y enseguida nos lo demostraron. Nuestros alumnos se sintieron queridos e integrados como uno más de las familias. Algunas de estas familias aprendieron palabras en español para poder comunicarse mejor con ellos, les enseñaron algunos platos típicos y su preparación, los llevaron de excursión y hasta les cedieron su habitación para que se sintieran más cómodos.
Balatonlelle es un pueblo de unos 5000 habitantes, aunque en verano puede llegar a triplicar su población. El motivo es el lago Balaton, un lago enorme de más de 70 kms de largo y 40 kms de ancho en cuyas orillas se encuentra situado este tranquilo pueblo. Nos llamaba la atención que no existiera un centro social y económico en el pueblo, allí todo está disperso. La mayor parte de las viviendas permanecen cerradas en invierno y muchas de las tiendas, restaurantes y locales de entretenimiento también. Así que bromeábamos diciendo que tenía el aspecto de un pueblo fantasma.
Cosas características de Hungría son por ejemplo: el goulash, plato típico (patatas cocidas caldosas con carne y pimentón ) un licor fortísimo que se llama palinka que es como nuestro aguardiente, el pimentón. Vaya!!! y con el pimentón también nos quedamos impresionados puesto que lo emplean para todo y es también uno de los souvenirs más famosos. Entre los regalos que llevábamos a las familias estaba nuestro pimentón de la Vera y cuando comprobamos que el pimentón también para ellos es un condimento muy importante, nos hizo mucha gracia y nos sentimos más próximos a ellos.
El colegio, nos ha sorprendido enormemente a todos. Allí todo es cálido y confortable. Se han preocupado de darle un ambiente hogareño y cómodo que hace que los alumnos perciban el colegio como su segunda casa. Las aulas, los pasillos, el comedor, la sala de profesores.... son espacios en los que se vive y no sólo dónde se va a trabajar. Esto nos pareció muy interesante, puesto que los alumnos parecían sentirse muy a gusto en el cole. Las clases no son todas iguales, no tienen sus paredes desnudas, sino que todas ellas están decoradas con pósters, murales, cuadros, que las dan una nota de color y que las hacen mucho más confortables. Es increíble, pero, tienen un aula específica para cada materia, con lo cual cada profesor puede personalizarla y tener en ella todo aquello que puede facilitarle dar su clase y hacerla más cercana y agradable a los alumnos (mapas, plantas, juegos, maquetas, reproducciones de animales....) Tienen hasta cortinas en las ventanas!. Y todo ello es posible porque los alumnos respetan todo el material y las instalaciones del Centro. Todos lo cuidan porque a todos les interesa sentirse muy cómodos en el colegio ya que es un espacio en el que pasan muchas horas del día. Un espacio dónde no sólo se va a estudiar y trabajar, sino un espacio para la convivencia.
Y volviendo a los alumnos, nos ha llamado la atención con mayúsculas su comportamiento. Su educación y respeto a los profesores. Los alumnos húngaros saben como tienen que estar. No dan voces por los pasillos, no corren ni se pelean unos con otros, ceden el sitio y dejan pasar a sus profesores, los hablan con cariño y respeto.... y ya no digamos de la limpieza. No hemos visto ni un sólo papel tirado por el suelo, las paredes como si estuvieran recién pintadas, no hay desconchones ni rayones, los pupitres impolutos, como recién estrenados....
Bueno no se trata de aburriros aquí con todas estas descripciones, sino de que entre todos hagamos una reflexión sobre nuestro comportamiento en el Centro y de cómo mejorarlo entre todos.
El equipo español que ha estado en Hungría (Alicia Ortega, Laura Sánchez, Laura Rozalén, Celia Martín, Daniel López y Pilar Sánchez) hemos tenido la oportunidad de tomar contacto con otros profesores y alumnos que nos han mostrado que en algunas cosas somos diferentes, pero que sin embargo en lo fundamental somos muy parecidos. Poder comunicarnos utilizando el inglés aunque con acentos diferentes y con niveles diversos ha sido también un experiencia única e imborrable. Había momentos que aquello parecía la Torre de Babel (polacos, húngaros, portugueses, griegos, franceses, turcos y españoles) y sin embargo todos éramos capaces de comunicarnos, de hacer cosas juntos y hasta de reírnos.
Queremos felicitaros por vuestro trabajo, a todos los que habéis participado en las distintas actividades que hemos preparado para esta primera movilidad a Hungría.Todos los que lo han visto lo han pasado en grande, porque cuando estáis dispuestos a trabajar hacéis las cosas realmente bien. Y eso se debe a vuestro esfuerzo, ganas, entusiasmo, ilusión... Nos hemos sentido muy orgullosas de vosotros. No os imagináis cuánto nos aplaudieron como si fuéramos estrellas de Hollywood. Sólo nos faltó la alfombra roja, jajajaja.
El jueves nevó tanto que estuvimos incomunicados, e incluso llegamos a temer no poder llegar a Budapest y pasar allí nuestro último día tal y como habíamos planeado. Pero, al final, todo se resolvió y pudimos llegar el viernes por la noche disponiendo de la mañana del sábado para hacer una visita rápida a Buda y a Pest. Porque Budapest está formada por dos ciudades unidas por sus puentes que atraviesan el Danubio. Uno de sus puentes más hermosos es el De las Cadenas que cruzamos para llegar al Bastión de los pescadores. Visitamos también el Parlamento, la Catedral de San Esteban y la Ópera. Todo en el tiempo récord de cinco horas.
Terminada nuestra visita a la ciudad , tomamos el metro y un autobús para llegar al aeropuerto y desde allí volamos de nuevo a Madrid haciendo escala en Múnich. Finalizamos nuestra aventura a las 2.00h de la madrugada del domingo 17 de marzo, exhaustos pero muy felices por la apasionante experiencia que tuvimos la suerte de vivir en Balatonlelle y Budapest.
KOSONON (Gracias)